domingo, 3 de junio de 2012

ARTÍCULO: LA ANATOMÍA EXPERIENCIAL por J.Tolja


Cuando se estudia la anatomía en el modo clásico, nunca se hace teniendo la experiencia directa desde el interior, siempre es a través de intermediarios: libros, modelos, pacientes.
 
Al finalizar la carrera de medicina, cualquier estudiante es capaz de explicar exactamente la estructura de un hígado, describir sus funciones e interrelaciones con otros órganos. Pero casi nadie se preocupa por hecho de que el hígado puede también “sentirse” como experiencia viva y presente.

A nivel cultural, es interesante ver como este aspecto se ha eliminado completamente, y con ello la posibilidad de darse cuenta de a lo que involuntariamente se renuncia. Podemos decir que la anatomia experiencial representa la cara olvidada de la anatomía cognitiva. No es por casualidad que los latinos utilizaran dos verbos para expresar el concepto “saber”: gnosco y sapio. El primero se refiere a una comprensión intelectual, mientras que el segundo proviene de una raiz que expresa “sabor”, “gusto”. En realidad, ambos conceptos son complementarios, no se excluyen entre sí. Las disciplinas que “saborean” la anatomía, por ejemplo la danza, necesitan un referente cognitivo sistemático, y viceversa, a la anatomía clásica le falta “sabor”.

Darse realmente cuenta de que cada componente anatómico está presente en el cuerpo, estando vivo, pudiendo ser accesible por vía experiencial, representa, para los que pueden aprovechar todo lo que ello implica, una profunda revolución en el modo de pensar sobre si mismos. En realidad, si consideramos que centrando la atención en el interior del cuerpo cambiamos también nuestro estado de conciencia, nuestra forma de pensar, nuestro nivel de percepción, la calidad de nuestro movimiento, nuestra voz y respiración, podemos entrever algunas de las múltiples posibilidades que se abren con esta exploración.

Bonnie Bainbridge Cohen es la persona que más ha contribuido en el proceso de organizar estas experiencias al integrarlas en las formas de la ciencia biológica occidental. En realidad Bonnie, conjuntamente con sus colaboradores, ha pasado los últimos veinte años reexplorando sistemáticamente el cuerpo para verificar la relación entre la anatomí́a cognitiva y la experiencia personal, con el fin de descubrir a través de esta última los enunciados de la primera. Pero sobretodo, para revisar determinados conceptos anatómicos, a la luz de elementos experienciales. Uno de estos conceptos a revisar es, por ejemplo, la representación de los huesos de la cabeza y la pelvis, que en los modelos, reales o artificiales, que se usan para estudiar, se observan completamente soldados entre sí. Está claro que el hecho de tener un cráneo y una pelvis compuestos por huesos libres para moverse independientemente unos de otros ofrece distintas posibilidades a diferentes niveles, pero, si pensamos en ellos como si estuvieran estructurados monolíticamente, automáticamente se convertirán en eso por nuestra incapacidad para comprender sus otros potenciales.
Libre de cualquier prejuicio, este trabajo es el resultado de información procedente de escuelas tanto occidentales (como por ejemplo el trabajo de Mabel Todd) como orientales.

Nosotros pensamos con nuestro cuerpo y cuando por ejemplo, utilizamos la tibia y el peroné como si fueran un solo hueso nos vemos condicionados en relación a la forma de pensar, a la relación emocional con los demás y a la percepción de la realidad y del espacio. Si para un atleta o un bailarín esto significaría moverse de una forma totalmente distinta, para cada uno de nosotros supondría modificar nuestra propia forma de pensar y de relacionarnos. Dado que los procesos psíquicos son básicamente simbólicos y el simbolismo está profundamente arraigado en el cuerpo, la condición del cuerpo establecerá la aparición de un determinado tipo de simbolismo. Algunas historias solo forman parte de ciertos cuerpos; por tanto con un trabajo de este tipo no solo cambia la psicología sino también el nivel simbólico, imaginativo y psicológico de quien lo experimenta.
 
Por medio de la anatomía experiencial pueden explorarse los sistemas óseo, muscular, fascial, ligamental, endocrino y nervioso, además de la piel, la grasa y los distintos órganos y fluidos que componen el organismo. Hojeando el índice de este libro se puede ver con facilidad la importancia que ocupa el esqueleto, al cual están destinadas casi la mitad de las experiencias descritas. Además de la inclinación personal de los autores, se debe al hecho de que representa el sistema con el cual el hombre poco experto está familiarizado. Pero basta con pensar en la facilidad con que se encuentran reproducciones o modelos del esqueleto – en contraposición al sistema linfático o fascial, que en nuestra educación siguen siendo auténticos “sistemas en la sombra” –para que podamos entender cómo en realidad es precisamente en el conocimiento y la experiencia de dichos sistemas donde tenemos los márgenes más amplios para desarrollar nuestro potencial personal y colectivo. Más aún, el esqueleto, por su propia naturaleza bien definida y tangible, constituye un buen “marco” para posibles estudios futuros.

Contrastando con otras experiencias, la intención ha sido facilitar al lector un instrumento que le permita moverse sin esfuerzo dentro de otros sistemas para iniciarse en este conocimiento. Uno de los aspectos de este texto que nos pareció especialmente bien logrado ha sido el de haber transmitido, incluso a través de una página impresa, este sentimiento de respeto natural y cuidado hacia el cuerpo que procede de haber vivido intensamente su historia.

De Jader Tolja. En su libro Anatomía Experiencial. Más info sobre el autor : AQUÍ
Si quieres su libro PENSAR CON EL CUERPO, disponible AQUÍ



No hay comentarios:

Publicar un comentario